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Dedicamos esta sección completa a difundir las enseñanzas que Gerardo Schmedling impartió en Colombia y que hoy por hoy, continúan absolutamente vigentes.


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Presencia y Esencia

Segunda parte

Algunos pensaban que el propósito de estos esfuerzos consistía en fomentar alguna clase de fuerza o resistencia, lo que en parte es cierto. Pero el verdadero significado de estas situaciones emerge al tener en cuenta que, al mismo tiempo, los discípulos practicaban el camino del "autorecuerdo". Se trata de prestar atención tanto al entorno interior como al exterior. Algunos de sus discípulos afir­man que el auto-recuerdo también significa ser consciente de estar prestando atención. De hecho, esta práctica es sólo un ejercicio que conducirá con el tiempo a un auto-recuerdo, que no puede explicarse a una persona que no la haya experimentado nunca. Si con su auto-recuerdo, Gurdjieff se refería a divi­dir en dos la atención -una parte dirigida hacia dentro y otra hacia fuera- habría dicho simplemente: presta aten­ción hacia tu interior y hacia tu exterior. ¿Por qué hacerlo con las palabras auto y recuerdo?

Se podría argüir que "auto" se refiere a lo que experimentamos en nuestro interior, además de a nuestra conciencia y atención. Esto incluirá nuestras emociones, sensaciones y pensamientos, además de la conciencia que te­nemos de ellos, pero esta perspectiva es limitada. Esto se debe al desconocimiento de que nuestra experiencia interna no incluye realmente otras categorías. Para nosotros, la práctica impuesta por Gurdjieff del auto-recuerdo supone un primer paso, el esfuerzo inicial necesario para que se produzca un verdadero auto-recuerdo. Sin embargo, si nos limitamos a esta interpretación, podría ser que nunca reconociéramos la experiencia del verdadero auto-recuerdo, porque nuestras ideas preconcebidas funcionarían como barreras frente a nuestra experiencia.

Gurdjieff insistía en que los esfuerzos usuales son inútiles para el desarrollo personal. Hablaba de superesfuerzos, esfuerzos que transcienden los límites normales de la personalidad y no se dirigen hacia la satisfacción de las normales y pequeñas necesidades. "El hombre debe comprender" dijo, "que los esfuerzos ordinarios no cuentan. Sólo cuentas los superesfuerzos. Y así sucede siempre y en todo. Aquellos que no desean hacer superesfuerzos mejor que lo dejen todo y se cuiden de su salud." 2 El superesfuerzo "sig­nifica un esfuerzo más allá del esfuerzo que es necesario para alcanzar algún propósito," dijo Gurdjieff.

Imaginaos que he estado caminando todo el día y estoy muy cansado. Hace mal tiempo, está lloviendo y hace frío. Por la noche llego a casa. He andado quizá veinticinco millas. En la casa me espera una cena; está caliente y agradable. Sin embargo, en lugar de sentarme a cenar, salgo de nuevo afuera bajo la lluvia y decido caminar otras dos millas por la carretera y después vuelvo a casa. Esto sería un sobreesfuerzo. Cuando volvía la primera vez hacia casa se trataba simplemente de un esfuerzo, y no contaba. Iba ca­mino de vuelta a casa y el frío, el hambre, la lluvia: todo me empujaba a caminar. En el segundo caso, me pongo a andar porque yo mismo decido hacerlo así. Esta clase de sobreesfuerzo se convierte en algo todavía más difícil cuan­do yo no decido por mí mismo, sino que obedezco a un maestro, que en un momento inesperado me ha exigido que haga un nuevo esfuerzo cuando yo había decidido que los esfuer­zos del día habían acabado. 3

Lógicamente, esos sobreesfuerzos desarrollarán fuerza y voluntad, pero a Gurdjieff le interesa más el auto-recuerdo que fortalecer la capacidad de resistencia de las perso­nas. Por supuesto, parte del propósito reside en desarro­llar esta capacidad, pero no es lo principal. Cualquier indi­viduo sólo necesita enrolarse en el ejército para aprender a resistir; no necesita trabajar con Gurdjieff.

El método de Gurdjieff consiste en provocar un enfren­tamiento entre la conciencia del individuo y sus manifes­taciones habituales, para que en su momento, y bajo las circunstancias adecuadas, emerja en él una experiencia de auto-recuerdo. Escribiendo sobre la manera de cumplir ciertas tareas que se impuso a sí mismo, describe cómo la totalidad de sus actos mentales conducen, en algún punto, a la convicción de la posibilidad de lograr todas sus tareas como resultado de las fuerzas que surgen del enfrentamiento de su conciencia con sus manifestaciones automáticas. Describe cómo al final de su percepción "todo mi ser pare­cía estar henchido de algo singular, nunca hasta entonces había experimentado aquella sensación de alegría... Simul­táneamente, de su interior ya partir de ella, y sin ninguna manipulación por mi parte, surgió la sensación del lla­mado auto-recuerdo, así como un vigor nunca hasta en­tonces experimentado." 4

Resulta evidente que aquí, Gurdjieff se refiere al auto-recuerdo como una sensación y no como una actividad o una idea. Pero nos preguntamos, ¿sensación de qué? Él dice que es la sensación de auto-recuerdo, pero estamos inten­tando entender lo que significa. De momento tenemos que conformarnos con entender únicamente que el auto-recuerdo es una sensación de algo. Comprendemos, pues, que esta impresión no es más que la sensación de una presencia. Es la conciencia de una presencia dentro de uno mismo. Los métodos de Gurdjieff estaban diseñados para ayudar a la persona a estar tan presente en aquellas situaciones de estrés que la misma presencia se convirtiese en una experiencia palpable y de­finida. Cualquiera que tenga una impresión de Gurdjieff, a través de la experiencia personal o a través de sus escri­tos y su obra, indudablemente experimentará a Gurdjieff como una presencia. Podemos llamarlo poder, voluntad, o fuerza, pero la impresión implica, sin ninguna duda, una presencia poderosa e digna de admiración. Se trata de una presencia con la que nos encontramos, que está más allá de determinadas palabras y acciones; una presencia que es Gurdjieff.

Y la presencia de Gurdjieff es Gurdjieff, razón por la que utiliza el término auto. Es él quien está presente como una presencia real palpable, más allá de sus palabras, ideas y acciones. Por eso podemos afirmar que el significado de auto-recuerdo es justamente este. Es el recuerdo de uno mismo. Gurdjieff lo expresa con esta frase, sencilla y lite­ralmente. Las personas que no entienden estas palabras las convierten en algo muy complicado, pero cuando se vive el auto-recuerdo, este surge como algo literal y sencillo; lo que es real en la persona está presente, recordándolo des­pués de haberlo olvidado. Gurdjieff tituló su último libro Life ls Real Only Then, When "I Am" (La vida sólo es real entonces, cuando "yo soy"). Sólo hay realidad cuando me acuerdo de mí mismo, cuando experimento que "yo soy". También afirma en el mismo libro que una persona puede ser -esto es, actuar de manera consciente, intencionada­mente y sin condicionamientos- sólo si está presente, si existe conscientemente.

Volvamos de nuevo a las situaciones de presión extraor­dinaria en las que un individuo puede actuar libre de los habituales estados de conciencia. De acuerdo con Gurdjieff, estas situaciones ocasionan estados de auto-recuerdo. Lo que antes llamamos presencia es aquí contemplado como la presencia de lo que es real en una persona. "Estoy pre­sente" significa "Lo que es real en mí está aquí". Es la ex­periencia consciente de la existencia. Es la experiencia del "yo soy".

Aunque hemos establecido la conexión entre presencia, auto-recuerdo y la experiencia del "yo soy", una persona po­dría objetar que todo esto resulta muy vago, y que hasta aho­ra no se ha probado nada. Es cierto. No estamos tratando de demostrar nada. No es un argumento lógico. Sólo estamos buscando una apreciación, una muestra, de un reino de la experiencia que la mente no puede captar directamente. Es un terreno al que no se puede llegar con la lógica y la argu­mentación. Sólo se puede experimentar directamente, y por esa razón existen escuelas y sistemas dedicados justamente a engendrar y desarrollar esta experiencia.

Discutiendo el empleo de Gurdjieff del concepto de auto-recuerdo, hemos sido capaces de conectar la experiencia de la presencia y la experiencia de la existencia. "Yo estoy presente" es la experiencia consciente del "yo existo". Es la conciencia de una presencia viva que existe, que es. No se trata simplemente de la conciencia de los muchos pensa­mientos, sentimientos y emociones, cuya conciencia es el requisito primario para el auto-recuerdo, pero no es toda­vía el auto-recuerdo. Gurdjieff llamó a la parte real de nosotros, la parte que puede experimentar el "yo soy", nuestra esencia. Definió la esencia como la parte de nosotros con la que nacemos y que no es un producto de nuestra educación o de nuestro aprendizaje.

Así pues, en la experiencia de la presencia, lo que está presente es la esencia, nuestra verdadera naturaleza, que es independiente de los condicionamientos. Presencia y esencia son lo mismo. Hemos hablado de la presencia con intención de proporcionar una muestra de lo que es la esen­cia. Como vemos, la esencia es la parte de nosotros que supone la experiencia del "yo soy". La esencia es la expe­riencia directa de la existencia. Naturalmente, la esencia puede experimentarse como otras cosas, tales como el amor, la verdad, la paz y demás. Pero el sentido de la existencia es su característica más fundamental. Es el aspecto más claro y más definido, y que lo sitúa al margen de otras categorías de la experiencia. La esencia es, y eso es lo más básico de su experiencia.

Esta experiencia del "yo soy", de la percepción directa de la existencia, no es una experiencia mental o emocio­nal, y no puede comprenderse a partir de la perspectiva de las categorías normales de la experiencia. La mente puede pensar acerca de la existencia, pero no puede alcanzarla. Ya lo hemos visto al hablar de la presencia. La respuesta a la pregunta: "¿Qué es la esencia"?, sería "lo que de noso­tros puede experimentar el 'yo soy"'. La esencia es lo único que tenemos que es directamente consciente de su propia existencia. La conciencia de su existencia es una cualidad intrínseca de la esencia. Un autor tibetano lo expresa así, "Por lo tanto, (en lo que se refiere a la experiencia) un es­trato fundamental o existencialidad (sku), y una fundada y prístina facultad de conocimiento (ye-shes), sin que des­de el mismo principio pueda una ser añadida o sustraída de la otra; están presentes como la verdadera naturaleza del sol (y su luz)."

Alguien podría argumentar que todas las personas sa­ben que existen, aunque podrían no conocer su esencia. Esto es a la vez verdadero y falso. Ellos saben que existen, pero no lo saben directamente. El normal conocimiento de la existencia se realiza a través de la deducción; no es un conocimiento directo. Este tema ha sido discutido amplia­mente por los filósofos. Descartes ejemplifica el modo nor­mal de conocimiento de la existencia con su Cogito ergo sum ("Pienso, luego existo"). Podemos inferir la existencia sólo a través de varios tipos de experiencia. Normalmente, pensamos que existimos porque podemos ver nuestros cuerpos, escuchar nuestras voces, sentir nuestras sensaciones, y así sucesivamente. Descartes fue más refinado al decir que sabemos que existimos porque sabemos que pensamos.

Así pues, siempre existe una deducción a partir de al­guna percepción. Y la deducción se realiza a partir de algo que viene a ser muy vago. Cuando alguien dice: "pienso, luego existo", ¿qué quiere decir con "yo"? ¿Está expresando con claridad lo que quiere decir? Y puesto que media una inferencia, no existe una cer­teza absoluta. Debería haber una certeza lógica. Debería haber una certeza basada en el sentido común. Pero no existe una certeza existencial real, sentida en profundi­dad. No existe la seguridad absoluta en la deducción por­que la certeza existencial a través de la experiencia preci­sa de una experiencia directa, de hecho, de la experiencia y percepción más directa.

La percepción y experiencia más directa es la de la iden­tidad, cuando somos lo que experimentamos, cuando la per­cepción es tan directa que lo que se percibe y lo percibido son la misma cosa. Esto es exactamente la experiencia de la esencia. No existe deducción alguna de nada más, sino que se trata de la experiencia más directa. El que experimenta y lo experimentado son la misma cosa. No existe separación entre sujeto y objeto. El sujeto y el objeto son lo mismo: esencia.

No es sólo que no haya ninguna deducción. Tampoco hay un medio interpuesto para la percepción. Normalmen­te, siempre hay un medio interpuesto que permite que un sujeto experimente un objeto. Cuando el ojo ve un objeto, el medio interpuesto es la luz, pero cuando la esencia es consciente de sí misma, no hay intermediario alguno. El objeto, el sujeto y el medio de percepción son todos lo mis­mo: esencia. También el órgano mismo de la percepción es esencia. En la experiencia sólo hay esencia. Esencia es el sujeto. Esencia es el objeto. Esencia es el medio de percep­ción. Esencia es el órgano de percepción. Esencia es la ex­periencia. No existe separación en absoluto, ni dualidad y ni diferenciación.

La experiencia de la esencia como existencia, la expe­riencia del "yo soy" no es como si existiese un sujeto que cumpla la función de actor de la existencia. El "yo" y el "soy" no están separados. El "yo soy" es una experiencia unitaria. La naturaleza de la esencia, del ser real, es la existencia. El "yo yo" en sí mismo es existencia.

Por eso resulta más exacto decir que la parte de mí que es existencia está presente. La esencia es la única parte de mí que realmente existe, en el sentido de experimentarse en sí misma como existencia pura, presencia pura.

Hemos investigado la cuestión de la presencia, y he­mos visto que la presencia es la presencia de nuestra esen­cia. Es la parte real de nosotros, la parte no condicionada o producida por el entorno. Es nuestra naturaleza intrínseca. Hemos visto también que la esencia es la única parte que es directa e íntimamente consciente de su propia existencia, y con certeza.

La esencia no es simplemente la única parte de nosotros que es consciente de su existencia. Es lo que existe no sólo es lo que existe, sino también la existencia. Esta existencia no es sólo la naturaleza del hombre sino la naturaleza de todo. Es la unidad de todo, o como Shabistari, el sufi del siglo XIV:

Hay un átomo más grande que el todo:
La existencia; pues contemplar el universo
Supone, que el universo mismo existe.
Existir en sus diversas formas externas,
Que en su ser interior albergan la unidad.

En términos de experiencia, la presencia y la existencia son algo diferente, pero sólo de grado. La presencia es la presencia de la esencia, de aquello que es existencia. Sin embargo, debemos profundizar mucho en esta experiencia de la presencia para llegar a percibir la naturaleza más básica de la esencia, que es la existencia. Por tanto, la presencia es la presencia de la esencia. La existencia es la naturaleza más íntima de la esencia, que la destaca de todas las demás categorías de la experiencia. Cuando esta experiencia tiene lugar, no es vaga, oscura o indefinida; no es una intuición o una idea fugaz. Es una experiencia definida, clara y precisa del "yo soy". Una cosa es la precisión y otra la certeza.

<<Primera parte

Extraído del Libro Esencia El Enfoque Diamante para la realización interior Autor: A.H. Almaas

NOTAS
1. J. Krishnamurti, Commentaries on Living, 3d serie., ed. D. Rajagopal (Wheaton, IL: Theosophical Publishing House, 1977), p. 80. Con permiso de la K & R Foundation, Ojai.

2. P. D. Ouspensky, In Search ofthe Miraculous (Nueva York: Harcourt, Brace & World, 1949), p. 232. Citado con permiso.

3. P. D. Ouspensky, In Search of the Miraculous, p. 347. Citado con permiso.

4. G. I. Gurdjieff, Life Is Real Only Then, When "1 Am," 38 serie de All and Eueything (impreso en privado por E. P. Dutton para Triangle Editions, 1975), p. 42.

 

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